Decálogo del maestro
Cuando cursaba el sexto semestre de la
Licenciatura en Educación Primaria, tuve la tarea de realizar un Decálogo de las
que consideraba características de un maestro.
Dicho escrito, redactado en Febrero del año 2008, hoy cobra
especial relevancia, pues a siete años de distancia y seis de experiencia como
docente titular, han sido muchas las situaciones que enriquecen mi punto de
vista. Por ello, a continuación comparto la primera parte del Decálogo que
entonces escribiera, así como algunas observaciones actuales, colocadas entre
paréntesis a fin de distinguir fácilmente el antes y el ahora.
Un buen maestro:
1. Ama lo que hace: Disfruta su
trabajo y da lo mejor de sí, huye de la rutina imprimiendo creatividad a cada
día.
(¡Qué triste, no
sólo para el profesional, sino para el alumno de quien ejerza esta labor sin
amor a la camiseta! En la vida escolar cotidiana se presentan múltiples
situaciones que ponen a prueba la capacidad de resolución de problemas del
docente. Si éste no siente una motivación intrínseca por su trabajo, no contará
con la estimulación necesaria para resolver y sacar provecho de la situación).
2. Educa con el ejemplo: Sabe que no debe
exigir lo que no está dispuesto a dar, por ello, es el primero en esforzarse
por llevar a la práctica no sólo los conocimientos, sino las actitudes, hábitos
y valores que desea que sus alumnos desarrollen.
(El aprendizaje por
medio de competencias ha de llevarse a cabo a través de una enseñanza por
competencias, no hay más. Para que los alumnos asimilen el conocimiento,
primero hay que conocer; para que desarrollen el valor, fundamentalmente
deberán vivirlo).
3. Concibe el servicio como una forma de vida: Pues la carrera
docente es una de las más nobles, dando la posibilidad de poner un grano de
arena para la formación de personas de bien, que aspiren y luchen por una buena
calidad de vida.
(A partir de la
profesión docente se perfilan las demás profesiones, ¡qué mejor que educar con
humildad, pasión y alegría!).
4. No es conformista: Continúa actualizándose,
no se mantiene al margen de la tecnología ni de la ciencia, investiga, avanza;
sabe que siempre se puede ser mejor y actúa en consecuencia. Acumula, más que
años, sabiduría y experiencia.
(¡No podría estar
más de acuerdo ahora, tras seis años de servicio y una vida totalmente distinta
a la que tenía cuando redacté dichas palabras! Ya lo dice la frase: “Renovarse
o morir”).
5. No claudica: Ante los obstáculos y problemas que
se le presentan busca las respuestas más convenientes, valorando diferentes
alternativas. Cuando es necesario, se da una tregua, pero no se rinde.
(El mejor ejemplo
para que los alumnos aprendan a salir adelante ante las circunstancias que se
les presenten aplicando sus conocimientos, habilidades y actitudes, es que el
docente lo haga. Un buen maestro hace frente - y supera - sus retos).
Estos son algunos de los puntos que entonces escribiera. ¿Qué
opinan ustedes?, ¿Qué agregarían o modificarían?
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